Publicado en Acento el sabado 23 de Junio
Los dominicanos en generalidad, sobre todo los de
ciertos grupos generacionales, están obsesionados con el matrimonio.
No bien hace una parejita empezar a “salir” y acaso
dejarse ver juntos por algún tiempo prolongado, que algún gracioso llega con la
típica pregunta ¿Cuándo se casan? Cuestionante que en la mayoría de los casos,
es dejada sin respuesta o bien es respondida con sonrisitas vergonzosas o
virajes exagerados de ojos…Y debe ser por decencia que tal vez no hayan
respondido con un “a usted que le importa” y aun sabiéndolo, insisten.
Tratando de entender un poco esta tendencia, se diría
que la pregunta pudiera ser comprendida cuando es formulada por los padres o por
algún familiar cercano que se haya encargado del desarrollo intelectual o
físico de alguno de los enamorados, pero lo realmente chocante y por lo cual lo
catalogo como obsesión nacional, es que generalmente, esta presión la ejercen
personas que no tienen nada que ver con el futuro inmediato, ni a largo plazo
de la pareja en cuestión.
No nos hagamos ilusiones de que por un simple
comentario en algún medio de comunicación esta tendencia va a ser eliminada,
pero antes de hacer de nuevo la pregunta, debiéramos cambiar un poco la
perspectiva del asunto, ser más analíticos y hablar de las verdades que implica
un matrimonio. Por qué en vez de hacer la típica pregunta no se les aconseja a
nuestros amigos conocerse mejor y no acelerar el proceso de soltería, el cual es
definitivamente mucho más divertido que un matrimonio establecido. Tomando en
cuenta los sobresaltos románticos, las salidas, la falta de preocupación por lo
económico y la libertad, que aunque a medias ya en estas situaciones, sigue
siendo en estos procesos parte integral del ser.
Y no estamos en contra del matrimonio, apoyamos a plenitud esa hermosa institución,
la cual, si es trabajada de manera positiva y se le pone el empeño adecuado
puede ser igualmente divertida y fructífera, es solo que está de parte de cada
quien decidir sin presiones externas cuál es el momento adecuado para dar ese
importante paso.
Entonces, la próxima vez que vayamos a preguntar a
alguna pareja, nuestra indiscreta y favorita pregunta, por lo menos los
casados, acompañémosla de un consejo que explique algún aspecto real de la vida
matrimonial, por ejemplo: ¿Cuándo se
casan? Porque recuerden que al casarse se firma un contrato para amarse
eternamente y así mismo soportar, de
forma educada, detritos mutuos… O
algo parecido.
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