miércoles, 16 de febrero de 2011

Forgetfulness.

Hace un tiempo escribí una de las columnas de Animal Cotidiano dedicada a mi poeta favorito, Billy Collins. Trataba del recuerdo de mi primer encuentro con sus palabras, de los sentimientos que surgen cuando leo su obra y de su honestidad con la vida. Aun hoy, cada vez que tomo un libro de su autoría, me sorprendo por las mismas cosas, sobre todo por como Billy atesora los simples detalles que encuentra en su entorno.

En aquella ocasión, a pesar de darles el nombre de mi poema favorito, no puse ningún ejemplo, ya que Billy Collins es angloparlante y traducir una de sus poesías sería para mi más difícil aun que crearla.

Por suerte, no todos son tan poco talentosos como yo y un queridísimo amigo, llamado Juan Dicent, quien se dedica “algunas veces” a escribir, hizo una magistral traducción del poema llamado Forgetfulness. Utilizando la sensibilidad como herramienta, así como lo hace Billy al construir su obra, supo preservar en Forgetfullness toda la magia.

Cuando lo leí, sentí que Juan me había hecho un regalo, que su “post” era especial para mí, aunque él no lo supiera. Por esto le mando un cálido abrazo. Y de la misma manera que recibí hace un tiempo este maravilloso y especial regalo de su parte, quiero cederlo hoy a ustedes acompañándolo con la imagen que él mismo eligió aquella vez para complementar tan hermoso poema. Disfruten.


Forgetfulness por Billy Collins

Traducción: Juan Dicent

El nombre del autor es el primero en irse

seguido obedientemente por el título, la trama,

la conclusión rompe corazones, la novela entera

que se convierte repentinamente en una que nunca has leído

ni siquiera escuchado,


como si, una a una, las memorias en tu puerto

decidieron retirarse al hemisferio sureño del cerebro,

a un pequeño pueblo pescador donde no hay teléfonos.


Hace tiempo que besaste adiós a los nombres de las nueve Musas

y miraste la ecuación cuadrática empacar su maleta,

y aún ahora mientras memorizas el orden de los planetas,


algo más está deslizándose lejos, la flor de un estado tal vez,

la dirección de un tío, la capital de Paraguay.


Lo que sea que luchas por tratar de recordar

no está en la punta de tu lengua,

ni siquiera acechando en alguna esquina oscura de tu bazo.


Ha flotado lejos en un oscuro río mitológico

cuyo nombre empieza con una L hasta donde puedes recordar,

bien en tu propio camino hacia el olvido donde te unirás con esos

que hasta han olvidado cómo nadar y cómo montar bicicleta.


Con razón te levantas en el medio de la noche

para buscar la fecha de una famosa batalla en un libro sobre guerra.

Con razón la luna en la ventana parece haber salido

del poema de amor que conocías de corazón.



Juan Dicent (Dino Bonao)

República Dominicana 1969. Ha publicado poemas y relatos en revistas dominicanas, asi como también en revistas "online" y páginas web. Mención de honor en el consurso de cuentos de Casa de Taatro 2000 por "Un dia en la Ciudad". Ha sido antologado en Pequeñas Resistencias 4, Antología del Nuevo Cuento Americano y Caribeño (Páginas de Espuma 2005) y es autor del libro de cuentos Summertime (Shampoo 2005). Blog: blogworkorange.blogspot.com.


lunes, 7 de febrero de 2011

Sí buenas, ¿911?

- Si buenas, 911, tengo una emergencia, hay una señora desconocida tratando entrar a mi casa.

- ¡Oh mi Doña, cuidado si es la Vieja Belén!



Lo que más me gusta de ser dominicana, es la alegría y la ligereza de espíritu que nos acompaña desde que nacemos, una virtud genética. Somos fiesteros, estamos siempre de buen humor, aunque las situaciones del entorno no necesariamente se correspondan con nuestro ánimo. Pero ser alegre, no tiene nada que ver con ser irresponsable.

Puedo ser la persona más feliz y al mismo tiempo ser un ciudadano consciente y respetuoso del trabajo y la labor de los demás.

Hay que hacer consciencia de que entre todos tenemos el deber de ayudar a mejorar los pocos servicios que se nos brindan aunque no sean necesariamente los mejores.

Nos quejamos del servicio del 911. Y sí, es cierto, tenemos derecho a quejarnos, porque en el período de prueba no ha sido una herramienta de ayuda definitiva, ya sea por falta de recursos, conexiones funcionales o personal capacitado. ¡Pero por Dios, un 98% de llamadas falsas!

¿Han pensado ustedes, los que dan “lata”, que la falsa llamada pudo haber arrebatado la oportunidad de alguien con una verdadera emergencia, ser debidamente atendido? ¿Ha sido analizado el hecho de que todas estas llamadas sin relevancia no son más que una colaboración al fracaso de dicho servicio?

Señores, por favor…Como siempre nos clavamos nosotros mismos el cuchillo.

Vemos muy bien que se sancione a aquellos que hacen llamadas falsas, que haya una claridad en el monto a invertir para lograr mejorar el servicio… Pero no olvidemos que detrás de este tema hay un inmenso cuerpo de apoyo que tiene tambien una imperante necesidad de mejoría.

Como siempre hay miles de temas por analizar, planes por ejecutar, los cuales prepararían las bases sobre las que se edificaran los proyectos, cosas que están detrás de los puntos críticos, que requieren también ser revisados, porque sin ello las buenas intenciones quedan siendo solo ideas…Tantas cosas esperamos como pueblo, asuntos obvios y lógicos para vivir de manera segura...

Por cierto, ¿no tiene esta situación de las "latas" al 911, algo que ver con la educación?

Les dejo a ustedes la respuesta.