martes, 2 de octubre de 2012

La Soledad de la mujer inteligente (¡?)



Publicado en Acento el sábado 29 de septiembre del 2012

La mujer inteligente, no necesariamente está sola. De hecho, muchas veces se vería más acompañada de lo que realmente necesitara…  A esto podríamos agregar las siguientes preguntas ¿Qué es lo que significa esa frase que mezcla el concepto de “mujer inteligente” con soledad? ¿Cuál de todas las inteligencias padece esa mujer está sola?

No sé si para ser considerada inteligente, en este caso, la mujer debe cumplir con ciertos niveles de desarrollo intelectual, pensamiento lógico matemático, llenar ciertas casillas en títulos educativos o en el manejo de bienes… O si la inteligencia sería más bien tomada de manera amplia y libre de prejuicios, abarcando un desarrollo de pensamiento cualitativo, deseos de superación, madurez emocional e independencia de pensamiento.

Entiendo que empezando por esos últimos conceptos mencionados podría observarse un acercamiento a ciertos niveles de soledad, o bien podría decirse, a un aislamiento, no siempre ejercido por los demás, sino muchas veces deseado por sí misma. Y no sería, en la mayoría de casos, más que un gesto de autoprotección o una derivación lógica de ese crecimiento interno, que podría ser resumido en una frase, pero que es en realidad un proceso muy complejo.

La soledad no se solidifica en el solo hecho de no tener pareja. Eso no es necesariamente soledad. Y es por esto que entiendo que esta frase, más que una protesta o un reproche basado en una observación negativa, podría obtener un giro deseado, sanador, curativo. En esta frase debe verse la soledad como un estado electivo de la mujer madura, un estado momentáneo y necesario, un respiro.

Dudo inmensamente que una mujer inteligente esté sola. Que sufra esa soledad en donde no se conoce a nadie, en donde se llora y se anhela, donde el alma camina vacía. Porque con su simple presencia corporal, su mirada curiosa y su plenitud espiritual, se obvia ya ese espacio en donde se mira la soledad como un enemigo.

Solo desde unos ojos ajenos, confundidos, se podrá ver a la mujer en soledad.