Odio las injusticias.
Pero odio aún más, las veces pienso que se ha cometido una injusticia y realmente no sé si es cierto… Es que esta mente es una máquina, me arrastra, me obliga a vivir dentro del mundo que imagino hasta en los momentos donde debería reinar la razón.
Pero qué tal si fuese cierto, si la injusticia ha sido cometida bajo el hecho malsano de yo saberlo, de haberlo intuido, conectado terminales, sumar 2 + 2 y la respuesta haber dado exacta (no hay que ser tan genio)…
Entonces llegaría la pregunta básica, ¿Qué hago yo?
Qué hago yo en este mundo injusto por naturaleza, qué hago con el alma destruida, con todas mis estatuas caídas. Qué hago yo con estas manos que hasta hoy solo saben hacer flores de colores, espacios transparentes, o frases acomodadas. Con la mente que no logro controlar, la cual ni siquiera alcanzo con los dedos por su velocidad al máximo en todo momento.
En cuál balanza pongo los sentimientos, hoy que la pena y la felicidad vienen tan extrañamente mezcladas, tan inmaculadamente unidas. Las dos mitades de la historia, sin importar el final, traen mares de dolor y alegría.
Si alguien tiene la respuesta por favor me dice… Mejor no digan nada, estoy hablando sin saber.
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