Cuando me enteré que Miguel Seijas (mi abuelo) había fallecido, lo primero que me vino a la mente fue la imagen de mi padre recibiéndolo en el cielo con los brazos abiertos. Eso mismo les dije a mis hijos al momento de informales. Ellos sonrieron.
La verdad es que no hay manera certera de probar que están ahí, cuidándonos, sentados encima de una nube bebiendo limonada, como suelo bromear con los niños cuando las preguntas no tienen ya respuestas. Y es que hay tantas posibilidades, tantas ideas de la vida después de la muerte, que uno no sabe bien que pensar y más aún “nosotros” que todo lo cuestionamos.
Algo agradable en todo esto, por lo menos para mí, es que podemos creer lo que querramos, elegir la respuesta que nos haga más sentido, que nos deje más calmados ante una realidad que es definitivamente dura. Yo elijo la historia de que están ahí arriba, en un lugar invisible, conversando sin parar, de la misma manera que lo hicieran cuando estaban aquí con nosotros: mi padre con su típica sonrisa y mi abuelo diciendo “este pendejo cree que me va a joder”. A mí me funciona, me da en cierto modo una sensación de alegría, que es al final la manera exacta en la que mi abuelo quería ser recordado.
Lo hermoso de la muerte es que nos hace reflexionar acerca de la vida, acerca de nuestras creencias y de nuestros valores. Y en esta ocasión, la muerte de mi abuelo ha abierto en mí una pregunta que aún no tiene respuesta, una pregunta que no puede ser saciada con “limonadas”: ¿Cuál será el aporte positivo que dejaré yo en esta tierra, cuál será esa misión personal que dejará frutos para que el país coseche?
Mientras tanto comparto, con el propósito dejar en ustedes una semilla de reflexión, las palabras que él mismo pronunció en su último discurso, un día antes de morir y la cual resume sus valores y sus ideales: "Favorecer al pueblo, su gente y que la gente tenga una vida mejor, pero sabiendo que no podemos ayudar a nadie sin primero ayudarnos a nosotros mismos, preparándonos para ser cada día mejores y fortaleciendo siempre a la familia que es lo más importante, solo así ayudamos al municipio y a la patria”.
Profe, una estupenda y hermosa reflexión.
ResponderEliminarGracias Ico, te mando abrazos.
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